La importancia del aprendizaje por descubrimiento radica en el contacto directo que los niños tienen con el entorno. A través de la experiencia de sus sentidos vitales, se favorecen las redes y conexiones internas que beneficiarán la óptima maduración biológica, despertando las ganas de aprender y de explorar, facilitando el desarrollo motriz y activando su imaginación a través del juego.

El cuidado del entorno y el respeto por la naturaleza y los animales es algo que debe empezar a inculcarse en la más tierna infancia. Es por ello que los niños de primer ciclo de educación infantil han aprovechado la llegada del otoño para experimentar y tener contacto directo con la naturaleza.

A través de las hojas que recolectamos de los árboles, han podido tocar y experimentar las diferentes texturas que tienen, clasificarlas por colores y tamaños e incluso apreciar su olor. Además, al explorar libremente se les facilita la experimentación vivencial por lo que, al vivir la actividad de manera directa siendo ellos mismos los protagonistas, los conocimientos que se adquieren son mucho más significativos.

Para terminar, preparamos un bonito mural entre todos pegando las hojas en una gran hoja haciéndoles ver que cada hoja cuenta y que cada una de ellas es importante.