Que la emoción es algo que prevalece sobre la razón es una evidencia científica desde hace muchos años, por eso es tan importante no continuar educando dando la espalda a la educación emocional. Está ampliamente demostrado que trabajar la gestión emocional favorece el desarrollo de nuestras alumnas y facilita su aprendizaje, además de dotarlas de unas capacidades para su día a día que les van a resultar muy valiosas.

“Si no controlas tus habilidades emocionales, si no tienes consciencia de ti mismo, si no eres capaz de controlar tus emociones estresantes, si no puedes tener empatía y relaciones efectivas, entonces no importa lo inteligente que seas, no vas a llegar muy lejos.”

-Daniel Goleman-

En EmocionArte trabajamos la gestión emocional desde 0. Para ello partimos del conocimiento de las distintas emociones básicas. Una vez las identificamos, nos centramos en reconocerlas —en nosotros mismos y en los demás— y a continuación, nos centramos en su gestión. En otras palabras, se trata de saber lo que desencadenan en nosotros y de ser capaces de dar la respuesta emocional adecuada (ajustada) a las diferentes situaciones que se nos plantean en el día a día, ya que es fundamental para nuestro bienestar. En este sentido, “trabajamos mucho el hacer equipo, la empatía y potenciamos el cuidado de las unas a las otras, como prevención de situaciones complejas como el bullying”, explica la profesora Iratxe Nebreda.

Para conseguir este objetivo se sigue una metodología variada, fundamentada en la diversidad del alumnado y atendiendo a todos los perfiles. Por una parte, se apoya en el libro que ha elaborado Susana García Mangas. A este le acompañan multitud de prácticas, entre las que se incluyen dinámicas de grupo, en las que analizar el comportamiento emocional; trabajo de relajación y meditación adecuado a la edad del alumnado y a la variedad de necesidades que ellas mismas plantean; y trabajo individualizado de identificación de las emociones y gestión emocional.

Todos estos conceptos se vehiculan a través del lenguaje plástico y la palabra, trabajando las competencias artística y lingüística.

En concreto, señala Iratxe, “en el ámbito plástico utilizamos el lenguaje abstracto, venciendo así las dificultades que puedan tener las alumnas que se sienten menos hábiles en el dibujo o la representación”. Es más, a modo de acercamiento a este lenguaje, a principio de curso se les brindó una introducción a este tipo de pintura, cuando aprovecharon para profundizar en diferentes artistas (Kandinsky, Mondrian, Pollock, Robert y Sonia Delaunay…). De hecho, confiesa al respecto que “es emocionante ver cómo se sorprenden cuando les pides los primeros trabajos en lenguaje abstracto y cómo ahora lo dominan plenamente”. Es más, “se han construido un vocabulario propio que les facilita el análisis de las emociones”, asegura.

En definitiva, las alumnas se van dando cuenta de cómo, a través de la pintura, se hace visible el pensamiento. En relación a esto, mientras pintan, mantienen un diálogo interno con lo que se está plasmando, al tiempo que van comprendiendo y comprendiéndose mejor. Asimismo, Iratxe incide en que “ellas también me transmiten que les están siendo útiles los ejercicios de relajación”. Porque, según cuenta, “en función a las necesidades que cada alumna planteaba, he buscado diferentes ejercicios (siempre cortitos y ajustados a su edad para que puedan usarlos en situaciones de su día a día) y algunas lo han agradecido mucho y los usan para concentrarse en casa antes de comenzar con sus deberes, para conciliar mejor el sueño o como relajación previa a un examen”.