Uno de los objetivos que nos proponemos trabajar en Educación Infantil es la educación en valores, aunando la acción de familia y colegio. La familia es el ámbito propio para el desarrollo y adquisición de estos valores y el colegio es el encargado de potenciar la acción educativa de los padres.

Educar es ayudar al niño a desarrollar sus capacidades y a superar sus limitaciones. Educar en valores es crear en la persona una serie de actitudes y comportamientos que le permitan actuar por sí misma y le capaciten para dar respuesta adecuada a los diferentes retos, es decir, darle seguridad y autonomía para favorecer su adaptación al medio y dotarle de sentido crítico que le ayude a desarrollar su libertad.

 

Nos podemos preguntar, ¿nuestros niños de infantil no son demasiado pequeños para educar en valores? La educación en valores debe iniciarse desde el nacimiento, propiciando la adquisición de aquellos hábitos que le perfeccionen como persona. Solamente con la repetición constante de acciones positivas y apoyadas por el ejemplo del adulto, llegaremos a crear hábitos estables que serán la base de las futuras virtudes humanas.

Una herramienta para trabajar estos hábitos son las consignas que quincenalmente llevan los niños a casa. Las consignas proponen un plan sistemático para educar en virtudes desde los dos años en adelante, facilitando la acción conjunta de padres y profesoras.

En las consignas se trabajan los mismos temas con objetivos concretos y motivadores, adaptados a cada edad, ya que es importante tener en cuenta las características de cada niño y sus niveles de desarrollo.
Podemos pensar que estos hábitos, trabajados a modo de lemas muy concretos, no son tan importantes, pero los niños aprenden desde lo concreto, es difícil trasmitir a un niño la obediencia diciéndole “tienes que ser obediente”, pero sin especificarle cuándo y cómo, es decir, sin concretar en acciones como: “obedezco y voy corriendo a bañar”, “obedezco y me desvisto solo”, “cuando me dicen que hay que recoger lo hago en un santiamén”, etc. El niño será consciente de lo que se le pide en cada momento e ira afianzando poco a poco la obediencia. En definitiva es un instrumento eficaz que permite proponer objetivos de mejora individuales.