Desde un bebé recién nacido hasta una persona madura, todo lo que conocemos del mundo que nos rodea proviene de la interpretación de los mensajes recibidos por los sentidos.

 

A través de los sentidos se reciben las primeras informaciones del entorno y se elaboran las sensaciones y las percepciones, éstas constituyen los procesos básicos del conocimiento. Viendo, tocando, oliendo y explorando el entorno mediante el movimiento, el niño va asimilando experiencias y descubriendo los objetos y sus características.

 

A partir de las sensaciones y las percepciones se van formando los procesos superiores del conocimiento, la inteligencia y el lenguaje. Por esto es conveniente estimular y ejercitar los sentidos, a fin de mejorar el mundo cognitivo del pequeño.

 

Dado que la educación sensorial es tan importante, los niños del aula de un año tienen programados diferentes talleres de estimulación, con el doble objetivo de fomentar el máximo desarrollo de las capacidades sensoriales y potenciar el desarrollo cognitivo a través de una buena educación sensorial.

 

En esta ocasión el taller se ha centrado en la estimulación visual. En primer lugar los niños han jugado en clase con luces y sombras, intentando coger, pisar y tocar las estrellas que se proyectaban. Para ello la clase estaba a oscuras y con ayuda de una linterna, se han proyectado sombras en el suelo, en el techo y en la pared. Después, los niños han salido al patio con unas gafas de colores y lupas, para ver el cielo de colores, los árboles, el suelo, la hierba, los juguetes… ¡Cómo se lo han pasado! ¡Algunos no se han quitado las gafas ni para montarse en la moto!