La autoestima es la valoración afectiva que se hace de uno mismo, es decir, la medida en que uno se quiere a sí mismo, se valora o se siente satisfecho con su persona.
La autoestima es un elemento básico en la formación personal de los niños, ya que ésta influye directamente en el aprendizaje, en las buenas relaciones, en las actividades y en la construcción de la felicidad.
El desarrollo de la autoestima en los niños fundamentalmente se construye a través de las valoraciones de las personas más significativas que les rodean. De ahí la importancia de que los niños vivan en una ambiente de seguridad y afecto tanto en casa como en el colegio.
Para lograr una buena autoestima en primer lugar los padres, familiares y profesores deben ayudar al niño a conocerse y para ello es necesario que el niño descubra cuáles son sus cualidades. En esta aventura no hay nada mejor como dejarle su espacio para que haga cosas por sí mismo. Al fomentar su autonomía con pequeñas responsabilidades, ajustadas a su edad y capacidad, el niño se siente competente y valioso.
Los adultos no debemos olvidar transmitirle seguridad y confianza en sus capacidades, de ese modo el niño también se sentirá capaz. No conviene ser muy exigente con los resultados, es preferible valorar el esfuerzo. En caso de que haya que corregir errores conviene hacerlo desde el cariño, sin gritos y con paciencia.
Hay que recordar que las etiquetas y las comparaciones nunca son buenas.
En muchos casos el niño etiquetado tiende a responder según las expectativas negativas que se le han puesto y las comparaciones no benefician a nadie, nadie es mejor ni peor, todos somos diferentes.
Un aspecto a tener en cuenta es evitar la sobreprotección, ya que si no estaremos fomentando la inseguridad y la dependencia. Cuando el niño se encuentre con dificultades se le pueden dar pistas para que por sí solo las afronte y solucione, así, su grado de satisfacción será mayor.
Para concluir, recordar que lo que el niño necesita para construir una buena autoestima es ante todo sentirse querido y valorado. No hay que olvidar marcar límites y normas claras que se deben respetar, pero la exigencia tiene que ser razonable, acompañada de halagos y de mucho refuerzo positivo.