La educación en la mesa es algo muy importante que se debe de enseñar a los niños desde que son muy pequeños. Suponer que lo aprenden solos y no darle importancia es un error, ya que cuando crecen es más difícil modificar malos hábitos.

Masticar con la boca abierta, estornudar sin girar la cara, poner los codos en la mesa, jugar con la comida o levantarse antes de tiempo. ¿Nos suena algo de esto? Los modales en la mesa no deben ser algo secundario, pues es muy importante para que cuando crezcan tengan estos aprendizajes automatizados y su buen comportamiento en la mesa sea algo que les salga de forma natural.

 

A partir de los dos o tres años es el momento idóneo para empezar a enseñar, poco a poco ese modo adecuado de estar en la mesa, ya que es cuando empiezan a comer con la familia o con sus compañeros del colegio.

Los niños empiezan a tomar parte activa de las reuniones familiares y comparten los momentos de comida como un vínculo de unión entre personas.

Puede que se cansen rápido y quieran levantarse para ir a jugar, se les olviden las indicaciones que les damos y parezca que no avanzamos, pero merece la pena ser constantes.

Los niños aprenden sin darse cuenta a través de la imitación y el juego. Existen juegos para aprender a comportarse bien en la mesa, pero será mucho más importante el ejemplo. No podemos pedir a nuestros hijos que coman con la boca cerrada por ejemplo, si después tú comes con la boca abierta y hablas con la boca llena. Por eso, deberemos prestar mucha atención a lo que hacemos y en lo que nos ven hacer nuestros hijos en la mesa, como en todos los campos en los que queramos educar.

Algunas ideas que podríamos proponernos con nuestros niños podrían ser, lavarse las manos antes de comer, sentarse correctamente, no poner los codos en la mesa, colocar los antebrazos a ambos lados del plato, responder “no, gracias” o “sí, por favor” cuando te ofrecen algo, comer todo lo que te pongan en el plato y a un ritmo adecuado, masticar con la boca cerrada, no hablar con la boca llena, no hacer ruido al masticar, limpiarse con el babero o con la servilleta que colocamos en la rodilla, no jugar con los cubiertos, empujar la comida con un trocito de pan…

Está claro que no podemos pedirles de un día para otro que se comporten perfectamente, pero sería bueno ir proponiéndose pequeños objetivos adecuados a su edad.