Nuestros pequeños de 3 años empezaban el colegio en septiembre después de estar cinco meses en sus casas por una pandemia que les impedía cubrir sus necesidades más básicas como la socialización, el desarrollo de su autonomía en todos sus aspectos, el juego en la naturaleza, etc.
Han pasado ya cinco meses de ese comienzo y, dentro del colegio, poco queda de aquellas carencias. Han conseguido superar con creces y ponerse al día en todo aquello que habían retrocedido. Muy especialmente, en el tema de la autonomía, clave en su desarrollo.
Un niño demanda continuamente hacerse “grande”, “mayor”, y eso depende, en gran medida, de que les dejemos hacer las cosas por sí mismos. Es probable que no las hagan tan bien como nosotros, pero las hacen, y eso hace que crezca su autoestima y su amor propio. Aquí, en el colegio, contando con nuestra guía, los dejamos conquistar, experimentar, hacer, equivocarse y rehacer. Tenemos que facilitarles los recursos necesarios, pero no sobreprotegerles de tal manera que mermen sus posibilidades.
A los 3, 4, 5 años, los niños tienen mucha facilidad para adaptarse a diferentes situaciones. Para ellos es algo natural, ya que su experiencia vital aún es muy corta y su personalidad se está formando. Es ahí cuando debemos enfrentarles a nuevos retos para que vayan adquiriendo autonomía e independencia. Pero no debemos olvidar que necesitan nuestro apoyo y ayuda. Necesitan estar seguros de que, tanto padres como profesores, les ayudaremos cuando estén en apuros. Por eso, no debemos dejarles solos ante el peligro, tenemos que ofrecerles nuestra ayuda tantas veces como lo necesiten, debemos animarles y motivarles, y, por último, alabarles cuando lo hagan bien.