Terminada la época estival los niños vuelven a las aulas y en muchos casos empiezan a comer en el comedor escolar, lo que hace que las familias se preocupen por la adaptación de sus hijos ante esta nueva situación.

 

Para los niños a los que el comedor les ha supuesto una novedad, una vez pasado el mes de septiembre, ya se puede decir que están familiarizados y adaptados a dicho ambiente. A lo largo de estas primeras semanas de curso, los niños se han ido acostumbrando al horario de comida, al espacio, a la comida y a las normas.

 

Una vez superada esta etapa hay que destacar que el comedor también tiene muchos aspectos positivos y, aunque parezca mentira, en muchos casos, niños que en sus casas comen mal, en el colegio ocurre todo lo contrario. Quizá una explicación pueda ser que en el comedor el niño es uno más, no hay caprichos ni excesivas concesiones. Los niños están en un entorno rodeado de sus amigos, donde por imitación o por no sentirse diferentes, comen mejor, con más facilidad y prácticamente sin ayuda.

 

En el comedor de Ayalde las auxiliares que acompañan a los niños, además de ayudarles durante las comidas, les fomentan la autonomía, indicándoles cómo deben coger los cubiertos y animándoles a que coman solos. También, con el fin de fomentar buenos hábitos de alimentación les insisten para que coman de todo, prueben comidas nuevas y se terminen todo lo que se sirve en la bandeja. Asimismo, en el comedor aprenden rutinas y a respetar unas reglas básicas, tales como: permanecer sentado en la silla mientras se come, hablar en un tono adecuado, comportarse correctamente durante la comida, limpiarse la boca con la servilleta, etc.

 

El comedor escolar además de ser un lugar de aprendizaje es también un espacio donde se pueden adquirir valores como el compañerismo, la tolerancia y el respeto. Es cierto que es en el núcleo familiar donde se debe llevar a cabo la principal educación y adquisición de hábitos saludables, pero en el caso de los niños que comen en el comedor, la colaboración y el trabajo conjunto entre las familias y el colegio es fundamental para que los niños consigan buenos hábitos alimentarios.